miércoles, 6 de abril de 2011

25 de Diciembre


Desde esta posición, solo una línea blanca y delgada va guiando mis pasos, más allá oscuridad, nada. Es un camino solitario, por él avanzo despacio, solo unas pocas estrellas van detrás pero casi mirar pasan con prisa, sin pararse, sigo sola hacia adelante, con la mirada fija en esa línea.

En la radio un adagio, lento y triste hace compañia a mis pensamientos, que fluyen como la lluvia desbordando mis ojos, sin contención, la línea ya no es recta , casi no la veo, la intuyo.

En lo alto, la luna, sin terminar de decidirse, me mira, yo creo que piensa que no merece la pena seguirme y se esconde por un rato en un grupo de nubes; la oigo reirse junto a las pocas estrellas que han salido para mirar esa oscuridad, esa nada, ese corazón solitario y patético.

Poco a poco la línea se hace sinuosa, complicada, como la vida que a veces nos empeñamos en dibujar o que otras veces nos han dibujado ya con una tiza que no se puede borrar. Surge el miedo a lo desconocido, a lo querido o deseado, a lo oculto; la línea es estrecha , la nada se extiende, se hace dificil seguirla, se pierde entre montañas fantasmales, el dolor se hace insoportable, es una sensación conocida , un miedo casi amigo que me recuerda implacable que por mucho que me empeñe, esa línea blanca es un viaje a ninguna parte, que tengo que volver.

Doy la vuelta, otra vez el camino solitario, la misma línea blanca, la misma nada, pero esta vez el corazón ya no duele, casi no se oye, mis lágrimas se han secado, vuelvo a lo conocido y, como si de una armadura se tratara, me enfundo una sonrisa, aparco la tristeza y hasta parece que vivo!.

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