En un reino muy pequeño en el que el Sr. Competencia, la Sra. Envidia y Dña. Habladuría campaban a sus anchas, vivía una niña que, a pesar de que hacía lo que quería, lo que le gustaba, siempre estaba triste.
- Qué te pasa?, le decían sus amigos; la niña no sabía explicar que era aquello que no la dejaba sonreir, que le ahogaba y que le pesaba tanto.
- No se, a pesar de ver el sol no siento que calienta, decía; hasta que sus amigos se cansaron de preguntar y llegó un día en que no lo hicieron más.
La niña soñaba, como en los cuentos que leía, que aparecería un "principe azul" que iría a buscarle aquella felicidad perdida que, como en los cuentos, iría a luchar contra el dragón, pero... no había ninguno.
Un día, sin querer, se cruzó con una luz, una luz intensa que inundaba todo lo que había a su alrededor, que atraía como si fuera un imán y su corazón se aceleró; solo la vió un momento, pero fue tan breve que casi no le dió tiempo a darse cuenta que a su alrededor todo se había parado y, sonrió como no lo hacía en mucho tiempo.
En el reino había un Mago como los de los cuentos y fue a consultarle lo ocurrido:
- mira, le dijo el Mago, eso que te ha ocurrido solo pasa muy de vez en cuando, debes buscar esa luz y no dejar que se apague nunca, porque esa luz es especial; notarás que te da fuerza, valentía y alegría, ingredientes necesarios para vencer a Dña. Competencia, Dña. Envidia y Dña. Habladuría, asi que, no esperes más a tu principe azul y ve tu sola a matar al dragón, parte en busca de esa luz.
A la mañana siguiente, salió decidida a saber quién era aquella luz que le había dejado tan sorprendida. Caminó y caminó durante semanas y un día, cansada de hacerlo se sentó en un prado lleno de flores de todos los colores, donde la hierba era tan verde y el sol calentaba de tal manera como no lo había sentido nunca, miró alrededor preguntándose dónde estaba:
- me habré perdido?, se dijo y detrás escuchó:
- ¡ hola!, ¿cómo te llamas?, ¿te has perdido?...., se volvío y.... la vió, estaba allí sonriendo, pequeña pero ¡tan grande! que todo a su alrededor brillaba y despedía esa luz tan familiar, tendiendole una mano y con la mejor de sus sonrisas le dijo:
- me llamo ANA!! y supo que había llegado donde quería llegar y sonrió como no lo había hecho nunca. Su viaje había terminado, tenía una AMIGA muy especial, había descubierto quién era y supo que no habría principe azul, que su mundo sería siempre un mundo de PRINCESAS!
A eso le llamo yo: ver la luz!. A encontrarse uno a sí mismo.
ResponderEliminarMuy bueno!