Era habitual que pasara en su barrio el era un trabajador como los demás sin fuerzas para mirar a los ojos a nadie, se levantaba como un autómata cada día, llegaba a su cadena de producción donde nadie hablaba, ni siquiera un "ey!" como saludo, todos con la cabeza baja apilaban tornillos, bajaban y subían palancas sin pensar.
Al toque de la sirena, la jornada se acaba y regresan a casa, siguen con los ojos en el suelo, un plato en la mesa, una cena ruidosa, los niños gritando y el mando de la televisión al lado para tener algo que apretar.
En la tele miles de obreros, personas de toda condición gritando por sus derechos, José aprieta el mando y cambia de canal, una lágrima rueda por su mejilla, una opresión en el pecho y la maldita crisis que no le permite decirle a su jefe todo lo que pasa por su cabeza, levanta la vista y mira a su familia: su mujer, sin trabajo y 3 niños ruidosos, maldito sueño, maldita crisis!
Al toque de la sirena, la jornada se acaba y regresan a casa, siguen con los ojos en el suelo, un plato en la mesa, una cena ruidosa, los niños gritando y el mando de la televisión al lado para tener algo que apretar.
En la tele miles de obreros, personas de toda condición gritando por sus derechos, José aprieta el mando y cambia de canal, una lágrima rueda por su mejilla, una opresión en el pecho y la maldita crisis que no le permite decirle a su jefe todo lo que pasa por su cabeza, levanta la vista y mira a su familia: su mujer, sin trabajo y 3 niños ruidosos, maldito sueño, maldita crisis!
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